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Marzo 2016
Marzo 2016

Urgencias, Atención Primaria y viceversa

Juan Toral Sánchez

Especialista en Medicina Familiar y Comunitaria FEA Urgencias Hospital Universitario Dr. Negrín. Las Palmas de Gran Canaria

Juan Toral Sánchez

Especialista en Medicina Familiar y Comunitaria FEA Urgencias Hospital Universitario Dr. Negrín. Las Palmas de Gran Canaria

Cuando escogí «Familia» lo hice totalmente convencido. Al igual que la ciudad donde hacer la residencia (Málaga) y un centro de salud considerado como necesitado de transformación social (Palma-Palmilla), definido por muchos como una de las barriadas más conflictivas a nivel nacional. Fue una de las elecciones más fáciles y gratificantes de mi vida aunque supusiera una ruptura con la vida que hasta entonces llevaba. Quería ser médico de cabecera, de familia o de atención familiar y comunitaria que diría el título con el que se reconoce una especialidad que da tanto sin apenas pedir nada a cambio, por lo que no me costó apretar el pulsador en aquel estrado que tritura sueños a la misma vez que forja futuros que cada mes de abril marca el preludio de los futuros nuevos residentes. Contradicciones de la vida, cuatro años después de aquel ya lejano 20 de mayo de 2009 en el que comencé mi residencia, elegí con el mismo convencimiento con el que arranqué todo y pese a continuar con el idilio hacia la Atención Primaria, que mi futuro inminente serían las Urgencias.

 

Hace ya algo más de dos años y medio en los que firmo altas con aquello de Facultativo Especialista de Urgencias en vez de MIR. Tiempo más que suficiente para darme cuenta de que el sistema, además de poco eficiente, productivo y gratificante, se sustenta más por la profesionalidad de los médicos a pie de Urgencias que del equilibrio burocrático-sanitario que se debería intuir de un sistema sanitario que presume de su buena salud.

 

Entre todos la mataron y ella sola se murió. Es fácil echar la culpa a los pacientes del mal uso que hacen de los servicios de Urgencias, de su tendencia a la inmediatez, de atestar las puertas giratorias de los hospitales en busca del diagnóstico precoz, del consuelo o del intento de adelantar citas con especialistas. El paciente increpa al médico por los defectos del sistema sanitario; el médico se consuela descargando su frustración con los pacientes por el mal uso que hacen de las Urgencias o con el jefe o político de turno. Pero lo cierto es que tanto estos últimos, como nosotros, y los pacientes, hemos contribuido en los últimos años a crear la idea low cost de que las Urgencias son un fast food de la medicina en la que lo que importa es el resultado final sin tener en cuenta la receta.

 

Si algo positivo se puede sacar de esta crisis en la que llevamos anclados casi un lustro es que nos ha dado la oportunidad perfecta para invertir las tendencias nocivas, para reinventar el sistema y recuperar la credibilidad perdida que se ha debilitado como las constantes de un paciente moribundo casi inerte en la mesa de quirófano. No estamos aprovechando la oportunidad de crear una nueva sanidad sostenible, responsable y saludable ya que seguimos distraídos en la queja inútil de buscar responsables a nuestras frustraciones del día a día. Al paciente se le engaña con listas de espera más cortas al mismo tiempo que se sigue recortando en personal; al sanitario se le sigue exigiendo en una hoja de ruta cada vez más encorsetada; y el político-gestor sigue intentando cuadrar con la frialdad de los números un sistema que se mantiene con pinzas, más por inercia que por un plan de futuro.

 

Estoy convencido de que la Atención Primaria es la clave para recuperar las señas de identidad perdidas; que los centros de salud (CS) son la esencia y el motor del cambio que necesita la sanidad. El paciente tiene que volver a creer en su médico de cabecera; los centros de salud deben ganar músculo y ser más autónomos. Nunca hubo generaciones de profesionales tan preparados: aprovechemos esta tendencia, dotemos a los ambulatorios de personal cualificado, motivado y formado capaz de aumentar su poder de resolución. Hagamos ver a la gente que acudir a su médico de Atención Primaria (MAP) o a la consulta no demorable del centro de salud es apostar a caballo ganador. Con un ecógrafo en un centro de salud se podrían ahorrar derivaciones que dilatan la atención a los pacientes que realmente precisan de las atenciones de los servicios de un hospital. Y es que en las Urgencias de Atención Primaria se podrían diagnosticar trombosis venosas profundas, orientar patología biliar o renal, abordar un gran número de patologías que actualmente parecen empeñadas en saltarse el primer filtro tan efectivo que puede ser el centro de salud … Quizás sea el momento para que los médicos de Atención Primaria reflexionemos si queremos seguir siendo meros directores del tráfico y limitarnos a derivar a Urgencias o al especialista de turno, o preferimos implicarnos con las novedades científicas y diagnósticas con las que podemos disponer para aumentar nuestra capacidad de resolución.

 

Mi visión está sesgada. Al trabajar en las Urgencias de un hospital de tercer nivel, estoy «cansado» de ver derivaciones poco indicadas o que pudieran haberse resuelto en su valoración inicial en el centro de salud: suturas no complicadas, dolores varios que no orientan a diagnósticos de gravedad, molestias oculares, lesiones en la piel… Es fácil quejarse del compañero de Atención Primaria que parece que no tiene otra cosa que hacer que mandar al hospital lo que llega al centro de salud. Pero estoy seguro que desde Atención Primaria también tienen esa misma impresión con los compañeros de Urgencias que remiten al alta a su MAP para que le prescriban un tratamiento o para que lo estudie el especialista de zona.

 

Vayamos de la mano, hagamos que las consultas no demorables de los centros de salud sean la puerta de acceso a las Urgencias hospitalarias, que sean una verdadera criba de calidad y no tan solo una mera barrera de contención. Orientemos y eduquemos a los pacientes que se encuentran perdidos por los falsos eslóganes de que urgencias es todo aquello que el paciente considere urgente. Demostremos con nuestra implicación y buen hacer que sobre el médico de Atención Primaria tendría que pivotar el bien más preciado que se tiene, la salud. Aligeremos las desesperantes esperas en las Urgencias de los hospitales en las que no hay filtro y donde puede convivir una persona con un orzuelo con otra infartada durante las horas de espera a ser llamados.

 

Hay mucho ruido mediático en las redes sociales, donde sin duda los médicos de familia llevan la voz cantante de un cambio que parece condenado al olvido de 140 caracteres. Somos gente con iniciativa, con inquietudes y con ganas de que se nos tenga en cuenta, pero quizás estemos hablando en sitios donde no nos escuchan. Levantemos la voz, agitemos nuestros pulgares pero no nos rindamos por lo que nos merecemos, por lo que estudiamos y nos desvivimos, por ser pieza fundamental de una saludable Atención Primaria, que sería la mejor noticia de una población cada vez más enferma por la crueldad social que nos está tocando vivir.


AMFj2016;5(2):6

AMF 2016; 12(3); 1746; ISSN (Papel): 1699-9029 I ISSN (Internet): 1885-2521

Comentarios

MAURICIO 09-03-16

EXCELENTE VERDAD , TRABAJO EN URUGUAY , SOY MEDICO DE FAMILIA , PERO TAMBIÉN HAGO EMERGENCIA, Y PASA LO MISMO...SALUDOS MAURICIO