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Cribado del cáncer colorrectal
Ginesa López Torres Especialista en Medicina Familiar y Comunitaria Distrito Granada. CS Cartuja Antonia Hernández Carmona |
El cáncer colorrectal (CCR) es una enfermedad de gran magnitud, que ocasiona una importante mortalidad. Las tasas de incidencia se han incrementado de forma significativa en la última década, de tal manera que el CCR representa la segunda causa de incidencia y mortalidad por cáncer, tanto en hombres como en mujeres en la mayoría de los países desarrollados, y el primer lugar si consideramos conjuntamente ambos sexos.
En España, se estima que en el año 2006 se diagnosticaron 14.564 casos de cáncer colorrectal en hombres y 7.766 casos en mujeres, lo que representa una tasa de incidencia ajustada por población europea de 54,4 en hombres y de 25,4 en mujeres, siendo estas tasas más elevadas a partir de los 40 años y, sobre todo, a partir de los 50 años1,2.
El CCR es una patología que, por su elevada prevalencia, incidencia y morbimortalidad, se puede beneficiar de un cribado poblacional (grado de recomendación A)5. La efectividad del cribado se mide en años de vida ganados ajustados a calidad de vida (AVAC) al prevenir el CCR y aumentar las cifras de supervivencia. El cribado del CCR, incluso en el caso de que el cumplimiento sea imperfecto, reduce significativamente la mortalidad por este tumor y los costes son inferiores que los debidos al cribado de otras patologías (cáncer de mama o cérvix) en cuanto a AVAC (grado de recomendación A)4,5.
El objetivo del cribado es la detección de la presencia de lesiones precancerosas (adenomas) o de cáncer en individuos asintomáticos, permitiendo así el tratamiento precoz y el aumento de la supervivencia. El CCR tiene una lesión precursora, el pólipo adenomatoso, de lento crecimiento y fácilmente identificable, sobre el que se puede actuar mediante polipectomía. El período desde la primera aparición de un pólipo hasta el de- sarrollo de cáncer oscila, probablemente, entre 5 y 15 años3,5,6.
Hay que clasificar el nivel de riesgo individual de padecer CCR para determinar cuándo debe iniciarse el programa de cribado, a quién debe ofrecérsele, qué tipo de pruebas es preciso realizar y con qué frecuencia se deben llevar a cabo. Por tanto, la primera consideración que se debe tener en cuenta en el cribado de esta patología es determinar si el paciente presenta un riesgo bajo, medio o elevado. Aunque el CCR es más probable en individuos con riesgo moderado o alto, a escala poblacional la mayoría de los casos inciden en personas con riesgo medio. Para la valoración del riesgo de un individuo en relación con el desarrollo de esta patología es fundamental la evaluación de los antecedentes personales y/o familiares. Se debe realizar una correcta anamnesis que recoja los antecedentes de CCR o adenomas en el propio individuo o en familiares de primer grado (padres, hermanos e hijos), de segundo grado (abuelos, tíos y sobrinos) y de tercer grado (bisabuelos y primos)7,8.
En ausencia de antecedentes personales y/o familiares, la edad del individuo es la condición más influyente para determinar el riesgo de CCR.
Los individuos menores de 50 años, sin factores de riesgo adicionales, presentan un riesgo bajo para CCR, y no se consideran candidatos a cribado para esta patología (grado de recomendación A).
Los pacientes considerados de riesgo medio tienen más de 50 años, están asintomáticos y no presentan antecedentes personales de enfermedad inflamatoria intestinal ni antecedentes personales o familiares de CCR o pólipos adenomatosos. En estos pacientes, debe recomendarse el cribado anual o bienal mediante la detección de sangre oculta en heces y/o sigmoidoscopia cada 5 años, o colonoscopia cada 10 años (grado de recomendación A) (figura 1).
Se consideran de riesgo elevado aquellos individuos con factores de riesgo personal y/o familiar para el desarrollo de CCR (antecedentes personales de enfermedad inflamatoria intestinal, pólipos adenomatosos o antecedentes familiares de primer grado de CCR, poliposis adenomatosa familiar o de cáncer de colon hereditario sin poliposis [CCHSP]); son subsidiarios de programas de cribado o vigilancia específicos. Cuando en un individuo coexistan ambos tipos de factores (personales y familiares) la medida de prevención debe ir dirigida a la situación de mayor riesgo. En estos pacientes, la evidencia científica recomienda una búsqueda activa, ofrecerles el cribado con endoscopia, y evaluar la conveniencia de realizar análisis genéticos en unidades especializadas (grado de recomendación A). En la actualidad, una de las estrategias que más puede contribuir a disminuir las tasas de incidencia y mortalidad del CCR es la implantación de protocolos de seguimiento de los pólipos adenomatosos de riesgo (adenomas múltiples: ≥ 3, o adenomas avanzados: tubulares de tamaño ≥ 10 mm, vellosos o displasia de alto grado). Los estudios prospectivos han demostrado que la resección de los pólipos esporádicos y el posterior seguimiento colonoscópico de los adenomas de riesgo contribuye a reducir la incidencia de CCR en más de un 75%.
Cuando un individuo presenta clínica sospechosa del desarrollo de CCR no se considera tributario de cribado. En esta situación, debe realizarse una estrategia diagnóstica adecuada con el fin de confirmar o descartar esta patología. La extensión de la enfermedad en el momento del diagnóstico es el principal factor pronóstico8.
La eficacia del cribado en la población de riesgo medio está avalada científicamente (grado de recomendación A)5. No obstante, existe controversia sobre la estrategia de cribado más efectiva y con mejor relación coste-efectividad.
Otra nueva prueba que se está evaluando es la detección de mutaciones del ADN en heces, que permite detectar carcinomas no sangrantes, mejorando así teóricamente la sensibilidad de las pruebas de SOH.
Cáncer colorrectal familiar
El CCR familiar, llamado así para diferenciarlo de las formas inequívocamente hereditarias, representa un 25-30% del total de los casos de cáncer de colon y recto. Se desconoce exactamente el mecanismo responsable de esta agregación familiar, aunque probablemente se trate de una alteración genética multifactorial. El número de familiares afectados, el grado de parentesco y la edad de diagnóstico del CCR en el familiar son las variables asociadas a un mayor riesgo de presentar CCR en los distintos estudios realizados. El riesgo de presentar esta neoplasia en individuos con familiares de primer grado que han padecido CCR es 2-3 veces superior al de la población general. Varios estudios demuestran que este riesgo es mayor cuando el familiar afectado es un hermano que cuando es un progenitor. El riesgo de CCR en individuos con familiares de primer grado afectados disminuye con la edad; a los 70 años este riesgo todavía es superior al de la población sin familiares afectados. La existencia de familiares de segundo grado (abuelos, tíos y sobrinos) o tercer grado (bisabuelos y primos) afectados de CCR también se ha asociado a un incremento del riesgo de presentar esta neoplasia. El antecedente familiar de cáncer de colon comporta un mayor riesgo que el de cáncer de recto. Asimismo, los individuos con antecedentes familiares de adenoma colorrectal tienen un mayor riesgo de desarrollar CCR. En aquéllos con antecedentes familiares de CCR se debería iniciar el cribado mediante colonoscopia a partir de los 40 años de edad, o 10 años antes de la edad de diagnóstico del familiar afectado más joven (figura 2)5,10.
Poliposis adenomatosa familiar
La poliposis adenomatosa familiar (PAF) es una enfermedad hereditaria autosómica dominante causada por una mutación del gen APC, que se caracteriza por la presencia de múltiples pólipos adenomatosos colónicos con elevado riesgo de transformación neoplásica. Su incidencia se estima en 1 por 10.000 habitantes, afecta a ambos sexos por igual y representa menos del 1% de la totalidad de casos de CCR. Los pacientes con PAF y sus familiares deben ser remitidos a unidades especializadas en CCR hereditario para su registro y atención. El análisis del gen APC debe considerarse para confirmar el diagnóstico de PAF y realizar el diagnóstico presintomático de los familiares con riesgo. En los individuos con riesgo de PAF clásica (portadores de mutaciones en el genAPC y pertenecientes a familias que cumplen los criterios clínicos en las que se ha identificado la mutación causal) se debe realizar una sigmoidoscopia cada 1-2 años a partir de los 13-15 años y hasta los 40 años de edad, y cada 5 años hasta los 50-60 años de edad. En los individuos con riesgo de PAF atenuada debe realizarse una colonoscopia cada 1-2 años a partir de los 15-25 años, en función de la edad de presentación de la enfermedad en los familiares afectados. Una vez detectada la presencia de adenomas, debe realizarse una colonoscopia anual hasta la realización del tratamiento definitivo. Un 40% de los pacientes con PAF presenta manifestaciones extracolónicas asociadas, y las más frecuentes son las lesiones gastroduodenales (hipertrofia glandular fúndica, adenomas o pólipos hiperplásicos, y adenocarcinoma). El cribado de las manifestaciones gastroduodenales contempla la realización de una endoscopia gastroduodenal cada 4-5 años a partir de los 25-30 años de edad5,10.
Cáncer colorrectal hereditario no asociado a poliposis (CCHNP) o síndrome de Lynch
El CCHNP es una enfermedad hereditaria con patrón autosómico dominante debida a mutaciones germinales en genes reparadores de errores de replicación del ADN. A pesar de tratarse de la forma de CCR hereditario más frecuente, en la actualidad se acepta que esta entidad representa entre el 0,9 y el 2% del total de casos de CCR. El diagnóstico clínico de CCHNP se establece a partir de la historia familiar, y su definición se basa en los criterios de Amsterdam II (tabla 1), en los que tienen un mayor protagonismo las neoplasias extracolónicas. Clínicamente, se caracteriza por el desarrollo temprano de CCR, habitualmente antes de los 50 años de edad, de predominio en el colon derecho y con una elevada tendencia a presentar neoplasias sincrónicas, ya sea en el propio colon y el recto, o en otros órganos (endometrio, estómago, sistema urinario, ovarios, vías biliares, intestino delgado). La neoplasia extracolónica más frecuente es la de endometrio. El análisis de los genes reparadores del ADN permite confirmar el diagnóstico de síndrome de Lynch y realizar el diagnóstico presintomático en los familiares de riesgo. El cribado endoscópico en los individuos con riesgo pertenecientes a familias con síndrome de Lynch reduce la incidencia y la mortalidad por CCR; este cribado es coste-efectivo. En los individuos con riesgo de padecer síndrome de Lynch debe realizarse una colonoscopia cada 1-2 años a partir de los 20-25 años de edad, o 10 años antes de la edad de diagnóstico del familiar afectado más joven (lo primero que ocurra). El cribado de las neoplasias extracolónicas en el síndrome de Lynch debería individualizarse en función de la predisposición familiar para una determinada neoplasia. En las mujeres con riesgo pertenecientes a familias con síndrome de Lynch se debería valorar el cribado de cáncer de endometrio mediante ultrasonografía transvaginal y/o aspirado/biopsia endometrial con periodicidad anual a partir de los 30-35 años de edad. En individuos con riesgo pertenecientes a familias con síndrome de Lynch y cáncer gástrico asociado debería valorarse la realización de una gastroscopia cada 1-2 años a partir de los 30-35 años de edad. En los familiares de los pacientes con este síndrome y neoplasias urinarias asociadas debería realizarse una ultrasonografía y citología urinaria cada 1-2 años a partir de los 30-35 años de edad. En los pacientes pertenecientes a familias con síndrome de Lynch que desarrollan CCR se debería valorar la realización de una resección extensa (colectomía o proctocolectomía total) como prevención del desarrollo de otras neoplasias posteriormente5,10.
Adenomas colorrectales
La mayoría de los CCR se inician a partir de un adenoma y, aunque no todos evolucionen a cáncer, esta lesión debería ser considerada como premaligna (ver figura 3). Los pólipos neoplásicos incluyen los adenomas, y los no neoplásicos los pólipos hiperplásicos, inflamatorios y hamartomatosos. La mayoría de los pólipos colorrectales son esporádicos y corresponden a adenomas (67%) y a pólipos hiperplásicos (11%). El adenoma con displasia de alto grado (antiguamente denominado carcinoma in situ) se considera una neoplasia sin capacidad de diseminación. Cuando las áreas de transformación carcinomatosa se extienden a la capa submucosa se considera un carcinoma invasivo con capacidad de diseminación. La presencia de displasia de alto grado se asocia con el tamaño de la lesión, la proporción de componente velloso y la edad del paciente. En los pacientes con adenoma colorrectal con displasia de bajo o alto grado, o carcinoma no invasivo, la polipectomía endoscópica se considera el tratamiento definitivo. En aquellos con adenoma colorrectal con áreas de carcinoma que invaden la submucosa se considera que la polipectomía endoscópica es el tratamiento definitivo cuando la resección es completa y en bloque, y se cumplen todos los criterios de buen pronóstico (margen de resección libre de enfermedad, carcinoma bien o moderadamente diferenciado y ausencia de invasión vascular y linfática). En los adenomas sésiles de gran tamaño y con base de implantación amplia el tratamiento inicial debe ser la resección quirúrgica. La vigilancia pospolipectomía permite la detección tanto de lesiones residuales o sincrónicas que pasaron desapercibidas en la exploración basal como de lesiones metacrónicas (figura 4). Las estrategias de cribado deben ir dirigidas a detectar de forma temprana los adenomas avanzados (lesiones ≥ 10 mm, con componente velloso o con displasia de alto grado). Todos los pólipos identificados durante la endoscopia deben ser resecados, ya sea mediante polipectomía endoscópica o quirúrgica. Si la colonoscopia únicamente demuestra la presencia de pólipos hiperplásicos rectales de pequeño tamaño, esta exploración se considera normal y, por tanto, estos pacientes deben ser incluidos en el cribado poblacional transcurridos 10 años. Los pacientes con adenoma con áreas de carcinoma que invaden la submucosa a los que se les ha realizado una polipectomía endoscópica deberían ser reexaminados en un período de 3 meses mediante colonoscopia y toma de biopsias con el fin de confirmar la resección completa de la lesión. Los pacientes con un adenoma sésil grande en los que se realiza una resección endoscópica fragmentada deben ser reexaminados en un plazo de 3-6 meses mediante colonoscopia y toma de biopsias con el fin de confirmar la resección completa de la lesión. En aquellos otros con más de 10 adenomas en una exploración debería realizarse una colonoscopia en un intervalo inferior a 3 años, y descartar la presencia de un síndrome de poliposis familiar. En los pacientes con 3-10 adenomas o un adenoma avanzado (≥ 10 mm, con componente velloso, o con displasia de alto grado), la primera colonoscopia de vigilancia debe efectuarse a los 3 años de la exploración basal, mientras que en los que tienen 1 o 2 adenomas tubulares pequeños (< 10 mm), ésta puede demorarse hasta los 5 o 10 años5,10.
Enfermedad inflamatoria intestinal
Los pacientes con colitis ulcerosa y enfermedad de Crohn con afectación colónica presentan un riesgo aumentado de desarrollar CCR. En la enfermedad inflamatoria intestinal (EII) el riesgo aumenta con la duración y la extensión de la enfermedad, la coexistencia de colangitis esclerosante primaria, la presencia de antecedentes familiares de esta neoplasia y de seudopólipos postinflamación. No hay estudios que proporcionen pruebas científicas inequívocas a favor de la vigilancia endoscópica en pacientes con EII. El diagnóstico temprano de la displasia es, por el momento, el mejor marcador de riesgo de CCR en estos pacientes. El tratamiento de las lesiones precancerosas mediante polipectomía endoscópica y, en ocasiones, cirugía, es eficaz para la prevención del CCR12,14.
Guía de referencia rápida de prevención del cáncer colorrectal. Asociación Española de Gastroenterología. Sociedad Española de Medicina de Familia y Comunitaria (semFYC) (Actualización 2009). La guía completa está disponible en:http://www.guiasgastro.net
Esta guía proporciona un resumen de las principales recomendaciones de laGuía de práctica clínica sobre el manejo del paciente con cáncer colorrectal.
Instituto Nacional del Cáncer de Estados Unidos. Disponible en: http://www. cancer.gov/espanol/pdq/tratamiento/colon/HealthProfessional
Página web del Instituto Nacional del Cáncer de Estados Unidos para la investigación y la documentación oncológica, con una página dedicada al cáncer colorrectal. Presenta versiones de acceso libre dirigidas a los pacientes y profesionales de la salud, tanto en español (con menos contenido), como en inglés.